A veces
pasa que de pronto, sin aviso, se abre un paréntesis y arranca una historia con
mayúsculas.
Como si las
palabras que dije con fervor hubieran pertenecido a otra boca, las condenas a
otras leyes, las despedidas a otros cuentos. No hay espacio para mirar atrás ni
caminos que trazar para llegar a algún supuesto lugar. Y todo acontece como lo
planeamos siempre, en algún momento de nuestra vida intangible entre la
realidad y la mentira.
A veces
pasa, también, que se empiezan capítulos retomando el final anterior. Se
mezclan las palabras, se confunden los tiempos. Y hay lluvias iguales a otras
lluvias pero que duelen distintas y distintas desaparecen para que todo vuelva
a ser igual. Esto no pasa tan de pronto pero tampoco avisa. Y casi ya no pasa,
así que cuando pasa, llueve torrencialmente por todas las estaciones que hasta
ahora vivimos, rechazamos, abrazamos, escribimos, subrayamos.
A veces
pasa que decimos con puntos suspensivos. Y siempre cambiamos de renglón para no
tener que terminar la frase.
A veces
vivimos muy bien. Con mayúsculas, comas, puntos y títulos y nos dejamos notas
al pie sin necesidad de suspender los puntos.
A veces
llueve y se juntan varios A veces. Y pienso con nostalgia en los lejanos, con
angustia los frustrados, con desconfianza los inconclusos, con calor los
últimos, con complicidad los secretos, con fidelidad los callados, con
intensidad los efímeros, con amor todos y cada uno.
(Y nada
puede ser tan hermoso como esto)
Y todo lo
que pasa, pasa tan de A veces que así va sucediendo la vida,
Tengo
nuevos renglones y voy hacia los finales de cuento.
Si abro el
paréntesis que sea en el margen, aunque a veces pasa tan de pronto, sin aviso,
que llueve torrencialmente y soy yo la que empiezo a pensarte.
Ahora
podemos poner puntos y flotar en los suspensivos.
Y el viento
siempre llega. Ya no hay nada que curar.
(Y nada
puede ser tan hermoso)